En enero de 1974, en la población siciliana de Villabate, cerca de Palermo, Italia, los barrenderos del lugar acudieron a trabajar con ropa interior en el exterior, esto es, en calzoncillos y con las canillas al aire. Reclamaban, así, con una singular protesta, uniformes y equipos de protección, que no recibían. La prensa internacional se hizo eco de sus demandas y los trabajadores, al fin, consiguieron los monos y guantes que solicitaban (más un aumento salarial extra).
En julio de 1980, unos años después, con un tiempo más caluroso, un barrendero de A Estrada, en la provincia de Pontevedra, Galicia, España de las autonomías ya, hizo lo mismo, aunque en una acción directa individual. El hombre, contratado temporalmente, se quejó ante el ente corresponidente (la oficina comarcal de empleo) de la falta de ropa y equipos adecuados, por él y por todos sus compañeros…pero por él primero. Como no obtuvo respuesta, decidió tirar por la tangente y ponerse a barrer también en calzoncillos, sin pantalones, generando un cierto revuelo -recordemos que era época de destape- y la atención exclusiva de la prensa patria. Se desconoce, desde aquí, si logró su objetivo. Se desconoce, asimismo, si renovó o no su contrato.
PD- Las bragas y otros elementos de lencería no aparecen en este post porque, aunque ahora nos resulte extraño, no fue hasta finales de los años ochenta del siglo pasado cuando se generalizó el trabajo de la mujer como barrendera de calles, si es que alguna vez se generalizó del todo. Barrenderos y, sobre todo, basureros siguen siendo hoy figuras laborales esenciales, sí, eso dicen algunos, pero todavía fuertemente masculinizadas, especialmente en las tareas con mejor categoría.