En 1975, en una noche estival, en la ciudad de Terrassa, el conductor de un camión de basuras fue retenido contra su voluntad por el propietario de un bar situado en el barrio de Ca n’Anglada. El dueño del establecimiento le mostró sobradas razones de peso: cabreo comercial y un enorme garrote en la mano. El servicio de recogida de residuos quedó interrumpido, consecuentemente, por causas de fuerza mayor. Los vecinos salieron a la calle y rodearon a los protagonistas, tomando también parte en el guirigay que se había formado. La policía -¡glups!- tuvo que intervenir para evitar el linchamiento. Pero las deudas son las deudas.