Nuestra acera

En las ciudades, sobre todo, limpiar la puerta de casa no está de moda. ¿Para qué?, si ya hay servicios municipales encargados de ese menester, pagados directa o indirectamente con impuestos que no son moco de pavo. Servicios, además, generalmente formados por personas poco profesionales que no hacen nada en la calle, salvo estar enganchadas al móvil y arrastrar escobas, rastrillos y capazos con desgana. No funcionan y punto. Y esto es el acabose, con mierdas por doquier, sorteando infinidad de obstáculos, manchas, envoltorios y latas de bebidas que han dejado los hijos de otros la noche anterior. O no se sabe: puede que lleven ahí más de una semana. Sí, de hecho, llevan un mes, probablemente. Mientras, llega el otoño y las hojas -suciedad a todos los efectos y rompepiernas de ancianos desválidos, especialmente cuando se mojan-, se acumulan en la acera (si tenemos suerte de tener árboles cerca) y se entremezclan con residuos de todo tipo. Porque queremos sombra en verano pero no polen hasta las rodillas. Ni hojas caídas, ni flores, ni ramas, ni cortezas, ni pinaza… Y aquí nadie limpia…Y pasa un barrendero y otro y otro y una cuadrilla y no se para delante de mi bar. Enfrente, sin embargo, que está impoluto y se podría comer en el suelo, hay un operario recogiendo cuatro colillas. Ojalá el viento haga de las suyas: el karma, jeje. Ciudadanos de primera y de segunda y de quinta clase, la nuestra. Papeleras rebosantes en la entrada de la heladería y alcantarillas atascadas después del tormentón. Quiero una solución inmediata, ya, que no sabes quién soy, que no sabes a quién conozco. Ahora mismito voy a enviar varios mensajes y fotos al alcalde a través de las redes sociales para que quede bien claro lo que está pasando en el barrio, incluyendo la cháchara que mantuvieron el otro día estos improductivos sinvergüenzas con uniforme amarillo en su tiempo de descanso, holgazanes por naturaleza. Porque yo sí que estoy cansado. Tan cansado, la verdad, que hoy desmontaré la terraza y no pienso adecentar la zona después. Bastante hago con llevar la basura que no separo bien -¡que reciclen ellos!- al pie del contenedor, que está desbordado, como siempre, y me pilla lejillos la siguiente batería. Si encuentro una papelera antes, la dejo allí, por supuesto. Total, todo se mezcla después en el camión….y también tengo una mescolanza de ideas que apenas me da para pasear a mi perro y que se cague en el parque infantil. Miro a un lado, miro a otro: alguien entenderá el mensaje de la bestia. Me voy sin agacharme. Creced, creced. Desechad, desechad. Consumid, consumid, malditos.