Lawfare y calentamiento global

Hacia el año 2001 -como la odisea del espacio- testifiqué en un juicio a favor de unos compañeros que habían interpuesto un conflicto colectivo contra la empresa de limpieza viaria y recogida de residuos en la que trabajábamos entonces (y en la que sigo trabajando). Era veranito (o casi) y hacía bastante calor. Yo, adaptado a los rigores del cambio climático del nuevo siglo, iba con una camiseta holgada, pantalón corto hasta las rodillas y sandalias, limpio, afeitado y recién duchado. Así llegué al juzgado, donde me metieron en un cuarto bien fresquito, por lo que no sudé mucho. Cuando llegó el momento de mi declaración, un alguacil me vino a buscar para acompañarme hasta la sala donde se desarrollaba el juicio. Me identificaron y procedí a situarme en el lugar que me indicaron. El juez, un señoro en toda la extensión del término, soltó la perorata habitual sobre prometer o jurar decir la verdad, advirtiéndome de que incurriría en delito en caso de falsear o mentir en mi declaración. Yo prometí. Seguidamente, el hombre con un exabrupto me preguntó:

– ¿Usted cree que puede venir aquí vestido de esa guisa?

A lo que añadió, enfadadísimo, algo parecido a esto:

– ¿Usted me ve a mí en calzoncillos? ¿No ve usted mi toga? ¿Usted cree que puede venir al juzgado ataviado como un mangante?

Francamente, me quedé turulato y sin palabras, desnortado. Mejor: la abogada de los compañeros ya me indicaba con aspavientos desde su posición que no le discutiera al juez, que no le contestara. Y así hice, un trágala como buen palurdo que era (y sigo siendo). Tras lo cual, me dieron permiso para declarar y ser interrogado por las partes. Declaré y no sé ni lo que dije, nervioso como estaba, mientras me entraban los calores de la muerte. Perdimos el juicio, claro.

1 Respuesta

  1. Anónimo

    Evaristo, lo recuerdo como si fuera ahora mismo !!!😜 Nos quedamos petrificad@s!!! Lo suyo hubiera sido ,haber abandonado t@s la sala.Pero con la justicia ya se sabe,no se puede jugar .😡😡

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