En 1984, la conocida revista británica The Economist realizó una encuesta muy particular sobre las perspectivas y tendencias económicas para la siguiente década, tanto en el Reino Unido como en el resto del mundo. Respondieron la misma batería de preguntas dieciséis personas: cuatro exministros europeos de hacienda y finanzas, cuatro altos ejecutivos de compañías multinacionales, cuatro estudiantes de la universidad de Oxford y cuatro barrenderos londinenses. Diez años después, cumplido el plazo, se cotejaron las predicciones y los resultados obtenidos en la encuesta con la realidad. Los que menos acertaron y menos se aproximaron a las cifras definitivas fueron los exministros, a gran distancia. Los que más, los barrenderos de la calle, esos expertos gestores de los desechos del capitalismo, especialistas en logística inversa (a veces), en montones de hojas y papelitos (de diversa temática), en mercados infestados y, por supuesto, en un implacable consumo de usar y tirar, como ciencia exacta y fórmula axiomática del actual razonamiento económico.