Mi madre ya no ejerce de madre. Ella está todavía por aquí, pero como si no estuviera. No conoce a sus hijos. No conoce a su marido. No conoce a su nieta. No conoce a nadie. No se conoce ni a sí misma. Padece alzheimer.
Mi madre apenas fue a la escuela, pero sabía leer. De hecho, sigue leyendo, pero no comprende lo que lee. Se queda con el continente, no con el contenido. Si le preguntas qué ha leído, no responde, porque no puede responder. No retiene ni un segundo lo que acaba de decir. Nunca.
Mi madre llevaba firmemente las riendas de su casa. Era capaz de controlar todos los aspectos de la rutina diaria. Ahora no controla ni los esfínteres, a veces. Sobrevive en una residencia de ancianos, donde depende totalmente de sus cuidadores (perdón, cuidadoras, sobre todo).
Mi madre usa gafas, desde hace años, pero si se le pierden es imposible que se las gradúen correctamente. No entiende las instrucciones ni hacia dónde apuntan las líneas de la E.
Mi madre, que era un rayo y pellizcaba impunemente a sus retoños por debajo de la mesa cuando éstos hacían alguna trastada, permanece en un limbo en el que se tiende a la melancolía. Las lágrimas corren por sus mejillas asiduamente, lágrimas cuya causa no alcanza a expresar.
Mi madre no aplaude a los sanitarios. Está confinada dentro del confinamiento por culpa del Covid, sin salir apenas de la habitación. Varias son las jaulas que lleva encima.
Mi madre, sin embargo, pinta y colorea dibujos en hermosas libretas. Y canta mucho, muchísimo, muy bien. Curiosamente, no ha olvidado las canciones, coplas casi todas. Incluso, de tanto en tanto, tiene reminiscencias del pasado, desarboladas, incoherentes, surrealistas, deslavazadas… Y, de tanto en tanto, parece una persona en plenitud.
Mi madre impresiona. A su manera, siempre lo hizo.
Com sempre la forma de expressa els sentiments ets insuperable una abraçada
Que lastima como se puede ir apagando una persona.
Que suerte que siga cantando porque cierto es que canta precioso.
Muchos animos familia.
Abrazos para tod@s